Patricio Contreras dice Nicanor Parra

(2015)

Siempre son tiempos urgentes. Eso pareciera ser dicho a través de la voz de los poetas. Y muchas veces se usa ese singular: “la voz” para entregarla a ese colectivo que llamamos, sí, los poetas. Y esa voz: la que habla, siempre atávica, más allá del tiempo y en el tiempo: una suerte de feroz espera, la de la voz: voz en exilio, voz que aguarda, paciente, ser escuchada, ser dicha, ser despertada de su estado de escritura. De eso se trata: de brindarle voz a la palabra: nada más simple, nada más desesperado, nada más inútil, nada más imprescindible. La voz de Nicanor, entonces, en la voz de Patricio. Y en el decir, en el devenir del decir, se actualiza, claro, la urgencia; se comprende la espera, se agiganta la escritura. Nicanor sabe jugar mientras escribe y Patricio hace lo mismo. Nicanor muestra que es poeta y es hombre, Patricio es un actor y es un hombre: ambos desnudan el artificio de su arte y lo vuelven pura intensidad. Nicanor escribe para ser dicho. Patricio dice para ser escuchado. El poeta y la voz, entonces, esta vez son dos y volvemos al plural. Se dice, también, que la poesía es música y por eso – con ánimos de ser redundantes – incluimos música en este espectáculo de decires. La voz humana “trepa” al canto cuando la palabra dicha no alcanza, cuando la emoción cierra la garganta y no hay otro destino que el grito. La palabra desesperada es canción. Nosotros tenemos también algunas canciones para ofrecer: desesperadas, urgentes, necesarias. El espacio está desnudo y la palabra, la música, la voz, Nicanor y Patricio sabrán llenarlo. Eso ansiamos. Y ya se sabe: sólo se vive con ansias.

Alejandro Tantanian.

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Fotos: Ernesto Donegana

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