Manifiesto
1
El poema se afirma en el borde de sí mismo, se llama y se trae de vuelta, para poder
persistir, incesantemente, desde su Ya-no-más a su Siempre-todavía.
Paul Celan
Paul Celan escribe “El meridiano” en ocasión de la concesión del premio Georg Büchner; allí, en ese discurso, Celan lee la obra de Büchner no como ajena sino que la hace propia. Celan, poeta – desde el borde de sí mismo – lee a Büchner, dramaturgo.
Las reflexiones sobre la poesía abren el campo de percepción de quien lee (o supo escuchar aquel discurso pronunciado el 22 de octubre de 1960 en la ciudad de Darmstadt, Alemania) – ya no se habla de poesía sino de poema. Esa manera de nombrar, ese nuevo bautismo permite pensar ya no sólo en la poesía: el poema – entonces - es toda expresión artística.
Este ciclo procurará leer el poema del otro como propio.
2
En la época en que se escribieron, los libros que ahora constituyen el canon de la literatura occidental (la Ilíada, la Biblia) eran tenidos por crónicas verdaderas de hechos reales. En 1572, cuando Montaigne se propuso la tarea de nominar el “nuevo” tipo de obra que estaba componiendo en sus diarios – que más tarde se convertirían en sus libros – dio con la palabra del francés medieval essai, que significa “prueba”, “tentativa”, “experimento”.
David Shields
Las artes visuales desde el borde de sí mismo leen el teatro; el teatro desde el borde de sí mismo lee las artes visuales. Desde la propia mismidad, desde los propios límites se percibe un otro territorio, se ensaya, se experimenta, se prueba ese otro territorio.
Este ciclo propone, entonces, ensayar - desde el borde de sí mismo - territorios aparentemente ajenos, espacios vírgenes, zonas inexploradas, pero entrevistas desde la propia experiencia.
3
La experiencia es una lámpara tenue que sólo ilumina a quien la sostiene.
Céline
Compartir la experiencia, compartir el tiempo, compartir el proceso, la construcción de la obra: imaginar aquello que no tiene forma aún y permitir el error y alentar el fracaso: convivir con el público un espacio y tiempo al cual no suele ser invitado.
La obra está en el proceso: la obra se escribe, se gesta en la tensión entre la mirada del artista y el público.
La experiencia del público iluminará – ojalá - el sendero de la obra.
Este ciclo invita al público a ser parte de la obra.
Este ciclo invita al artista a asomarse al borde de sí mismo para mirar al público a la altura de los ojos.
4
El sentimiento de que la vida se acelera, en realidad, viene de la percepción de que el tiempo da tumbos sin rumbo alguno. (…) La dispersión temporal no permite experimentar ningún tipo de duración. No hay nada que rija el tiempo. La vida ya no se enmarca en una estructura ordenada ni se guía por unas coordenadas que generan una duración. Uno también se identifica con la fugacidad y lo efímero. De este modo uno mismo se convierte en algo radicalmente pasajero. La atomización de la vida supone una atomización de la identidad. Uno sólo se tiene a sí mismo, al pequeño yo.
Byung-Chul Han
Desacelerar el tiempo, abandonar la búsqueda del resultado: entregarse a la duración del tiempo, al aroma del tiempo.
Que la obra encuentre un cauce en el tiempo; que el público sea parte de ese cauce, le dé forma – construya la temporalidad junto a la obra.
Que la experiencia compartida rija el tiempo.
Intentar pensarse ya no efímero.
Dejar de tenerse sólo a sí mismo. La obra y el público, entonces, pueden encontrarse. Y unirse.
Desde el borde de mí mismo percibir que hay algo más allá de mí.
Este ciclo alienta esto que se escribe.
Compartir la experiencia, compartir el tiempo, compartir el proceso, la construcción de la obra: imaginar aquello que no tiene forma aún y permitir el error y alentar el fracaso: convivir con el público un espacio y tiempo al cual no suele ser invitado.
La obra está en el proceso: la obra se escribe, se gesta en la tensión entre la mirada del artista y el público.
La experiencia del público iluminará – ojalá - el sendero de la obra.
Este ciclo invita al público a ser parte de la obra.
Este ciclo invita al artista a asomarse al borde de sí mismo para mirar al público a la altura de los ojos.
5
Para que en el vacilante intervalo,
para que en lo oscuro haya algo aferrable.
Friedrich Hölderlin
(…)
Alejandro Tantanian,
Buenos Aires, Julio de 2015.